Apellidos Pecellín y Villapecellín. Origen, heraldica, historia y genealogía del apellido Pecellín


Apuntes de investigación sobre los apellidos Pecellín y Villapecellín: origen, historia, heráldica y genealogía.

Todos somos primos


Tenemos en nuestro nombre dos apellidos, uno aportado por nuestro padre y otro por nuestra madre.  Junto con los apellidos, los progenitores nos han dejado además toda la información genética recogida en nuestro ADN, que hacen que seamos, en buena parte, como somos.

Y es a través de esa información genética el método natural que establece el parentesco, más allá de la información regcogida en nuestros apellidos. Pero el parentesco genético de nuestros padres, a su vez, lo recibieron de los suyos, de nuestros abuelos, estableciendo el parentesco, y nuestro parecido en muchos casos, con ellos.
De la misma forma fue con nuestros bisabuelos, con nuestros tatarabuelos, tatara-tatarabuelos, etc. ¿Pero, hasta cuándo podemos retroceder admitiendo nuestra consanguineidad con nuestros ancestros?

Si admitimos una relación de familiaridad entre todos nuestros antepasados con nosotros mismos, llegamos a concluir que

¡TODOS SOMOS FAMILIA!


Voy a intentar profundizar en esta idea.

Para ello, partamos de un recién nacido en este año, en 2011, contribuyendo a la cifra de aproximadamente 7 mil millones de habitantes en todo el planeta. Suponiendo una media por generación de 25 años, los padres del bebé nacerían en 1986, cuando la población mundial era de unos 4.800 millones.

Sus 4 abuelos nacerían en torno a 1961, entonces la tierra tenía unos 3.000 millones de habitantes. Los 8 bisabuelos lo harían 25 años antes, los 16 tatarabuelos lo harían en torno a 1911...

Y siguiendo esta rutina podemos calcular que, por ejemplo, el recién nacido tiene 1024 "abuelos" en la undécima generación hacia atrás, esto sería alrededor de 1761. En el planeta existían entonces 791 millones de personas.

Continuando con el ejemplo, un siglo más allá, en la 15ª generación, el número de familiares en ella, es de 16.384; en 1561, en la 19ª, es de 262.144; en 1461, en la 23ª, es de cerca de 4.200.000, superando los 67 millones cien años antes!

Pero, llegados a la 30ª generación, en el año 1286, ocurre que el número de ancestros posibles en ella es de 536.870.912 "abuelos" (o "apellidos" si así lo preferimos), una cifra muy por encima de la del número de personas que habitaban el planeta en aquel año, que era aproximadamente de 392.500.000.

En la siguiente tabla ilustro el ejemplo anterior. He seguido la rutina hasta aproximarme al año cero de nuestra era para hacer más patente, si cabe, la imposibilidad de los resultados.

Comparativa entre el nº de ascendientes según retroceden las generaciones en el tiempo con la población mundial existente en cada momento.

Evidentemente estos resultados no pueden ser ciertos y se quedan en simples números teóricos. En realidad nuestros ancestros formaron parte de muchas tablas como ésta e incluso se podrían encontrar repetidos varias veces en una misma. 

Si en vez de la población mundial hubiésemos cogido como referencia la población en la Península Ibérica, el cruce de datos hubiera tenido lugar en menos generaciones y por tanto más cerca en el tiempo, con lo que se aumentan más aún las posibilidades de que un mismo ascendiente se encuentre en más de un árbol familiar.

En definitiva: 

si compartimos tantos abuelos...

¡TODOS SOMOS PRIMOS!